Me complace desear al Institut Guttmann, a sus fundadores y a los enfermos que son tratados en él, el éxito que se merecen; a unos por sus buenos deseos y grandes conocimientos, a otros, los pacientes, por la confianza que ponen en los médicos, en las manos de los cuales están. Barcelona puede estar orgullosa de disponer de un centro que, si bien ahora es modesto, seguro que crecerá como crecen...